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Hipertexto, hipermedia y textualidad informática.

  • iceducacion-4
  • 8 abr 2015
  • 13 Min. de lectura

Sociedad y sujeto de la información en la era digital

El auge de Internet, la masificación de las consolas de juegos (como Nintendo, Xbox, Play Station o Wii) y la inminente consolidación de la “aldea global” vaticinada por Marshal Macluhan, es decir, la teoría sobre que debido a la velocidad de las comunicaciones y los crecientes avances tecnológicos las sociedades comenzarían a transformarse y su estilo de vida se volvería similar al de una aldea, han hecho que las relaciones sociales muten y se extiendan de manera vertiginosa, trayendo consigo consecuencias que se asimilan con lentitud en esta era digital en la que nos hallamos sumidos.

Las formas de relacionarse se encuentran en constante cambio. Ahora el teléfono móvil, la PDA, los chats, los juegos online, la mensajería instantánea, los blogs y las Web, entre otros, configuran una nueva idea de cultura que corresponde a la tecnologización actual del mundo: la Cibercultura o Cultura Tecnológica. Tal cultura conlleva nuevos conocimientos, nuevas maneras de ver el mundo, nuevas pautas de comportamiento, nuevos lenguajes y nuevas herramientas que inciden en todos los ámbitos de nuestras vidas.

Cuando hablo de “Cibercultura” me refiero a una serie de fenómenos culturales contemporáneos ligados principal, aunque no exclusivamente, al profundo impacto que viene ejerciendo las tecnologías digitales de la información y la comunicación sobre aspectos tales como la realidad, el espacio, el tiempo, el individuo y sus relaciones sociales.

En general, el análisis de la cultura de Internet y las nuevas tecnologías agrupa aquellas perspectivas teóricas y metodológicas que buscan definir la emergencia de nuevos modelos culturales surgidos a partir de las tecnologías de la comunicación, pero que también hacen referencia al desarrollo de la biotecnología, la robótica y la inteligencia artificial.

¿Por qué hablar de Cibercultura? filósofos como Derrick de Kerckhove y Pierre Levy comprenden el término “Cibercultura” como representativo de la tercera era de la comunicación, en la que se configura un lenguaje todavía más universal que el alfabeto: el lenguaje digital. Una era que habría seguido a las de la oralidad y la escritura, en la cual la interactividad, la conectividad y la hipertextualidad son los tres grandes rasgos característicos. Hablar sobre la Cibercultura me resulta crucial para comprender de qué modo están afectando las nuevas tecnologías a la sociedad actual y sus individuos. El análisis de las formas culturales de Internet agrupa las estrategias de investigación concentradas en el estudio de los aspectos culturales ligados a la interacción social a través del ordenador. El concepto de Cibercultura hace referencia a los rasgos culturales que caracterizarían a las comunidades virtuales y a las heterogéneas formas culturales que emergen de la interacción online.

Según Levy, en cuya definición me apoyaré durante este ensayo: “Lejos de ser una subcultura de los fanáticos de la Red, la Cibercultura expresa una mutación muy importante de la misma esencia de la cultura. (…) De este modo, la Cibercultura inventa otra manera de hacer que llegue la presencia virtual a sí mismo de lo humano diferente de la imposición de una unidad de sentido.” Es importante acotar así el concepto de Cibercultura porque en él se enmarca el sujeto actual, un sujeto tecnológico respecto de cuya sociabilidad voy a hablar para explicar por qué considero que existe, efectivamente, una saturación social venida de la interacción a través de las nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC). Sopesaré, pues, su alcance y las posibilidades frente a ello, para llegar a la conclusión de que una educación tecnológica óptima es urgentemente necesaria.

Postmodernismo y sujeto tecnológico.

Internet encabeza las TIC. Su creciente uso y desarrollo está transformando las posibilidades de acceso a la información, cambiando nuestra manera de comunicarnos y también las rutinas diarias en los ámbitos tanto de trabajo como lúdicos. El individuo está actualmente ligado a la tecnología de forma tan estrecha que desde hace tiempo muchos hablan de cyborgs y del elemento tecnológico como extensión del cuerpo humano. Los acelerados avances en biotecnología e informática hacen plantearse diversas cuestiones tanto de índole moral (sobre la capacidad de representación de las consecuencias de tales avances) como sociológica. Sobre este último aspecto el Postmodernismo a menudo me sorprende y tengo la impresión de que reta indirectamente a nuestra sociedad actual.

Las tendencias postmodernas no forman una corriente de pensamiento unificada. Sin embargo, puedo identificar algunas características comunes que surgen por oposición a la cultura moderna. Mientras que la modernidad planteaba la firmeza del proyecto de la Ilustración, la postmodernidad plantea posiciones que señalan que ese núcleo ilustrado ya no es funcional en un contexto multicultural, que la Ilustración tuvo un carácter etnocéntrico basado en la primacía de la cultura europea y que, por eso, sus ideales actualmente no son aplicables. Así es que la filosofía postmoderna ha tenido como uno de sus principales aportes el desarrollo del multiculturalismo y los feminismos de la diferencia.

Me parece interesante resaltar que la característica socio-psicológica principal del sujeto que se auto-concibe como postmoderno es su considerable pérdida de fe en la razón y la ciencia, que compensa con cierto culto a la tecnología. Baudrillard definía el sujeto fractal como alguien que se difracta en una multitud de egos miniaturizados, lo cual puede interpretarse como consecuencia negativa de estar conectado con el mundo virtual, de disponer de tecnología tal como Internet y sus rincones de interacción social. No estoy completamente de acuerdo con Baudrillard al respecto ni con quienes piensan que este es un aspecto que debiera frenar el desarrollo y la expansión de los sitios de interacción online. Lo que me parece es que han de tenerse muy en cuenta los pros y los contras: sociabilizarse a través de Internet es positivo, relativamente fácil y fructífero. No obstante, hay que seguir ciertas normas sociales y de precaución, pues a través de la Red no todo es lo que parece; los individuos pueden adoptar diferentes roles y aparentar una identidad que difiere mucho de la real (por ejemplo, un adulto puede hacerse pasar por un menor, alguien del sexo masculino hacerse pasar por mujer y viceversa).

Quisiera hacer hincapié en el hecho de que en Internet parece que uno puede desprenderse de su cuerpo y de su género; fingir ser otro, adoptar diferentes roles, desdoblarse en distintos avatares, hacer del teclado y el ratón una extensión de su ser… Y comunicarse con otros que pueden no ser tal y como se describen.

Este asunto me preocupa mucho en relación con el uso que hacen de Internet los adolescentes. Durante el arduo proceso hacia la madurez surgen dudas y complicaciones, una continua toma de decisiones, una efervescente curiosidad y muchas inseguridades. La adolescencia es una fase complicada de la vida y un momento en que las relaciones sociales tienen especial relevancia. En la actualidad, el uso cotidiano de las nuevas tecnologías y su inmersión en el ciberespacio es muy común entre adolescentes. Sin embargo, existen riesgos que el adolescente debe conocer, como obstáculos a vencer y peligros que prevenir, con tal de recibir sólo los beneficios que el ciberespacio aporta. Esta cuestión la estoy trabajando mediante un proyecto de didáctica que espero terminar por desarrollar en breve. Quería realizar este apunte porque me parece substancial y, aunque requiere dedicarle un estudio aparte para la cuestión de los adolescentes en concreto, tomo este como un pequeño inciso para animar a los interesados en el tema a que se pongan en contacto para un posible intercambio de ideas y propuestas.

La seguridad en Internet es importante, no hay quien lo ponga en duda, pero sí que hay quienes no conocen el alcance de los peligros a los que puede uno verse expuesto en la Red ni cómo evitarlos para practicar un uso seguro y saludable del ciberespacio. Este tema es un derivado del grado de saturación a la que el individuo que no conoce (o no domina) las herramientas suficientes en Internet se ve sometido, pues las posibilidades de interacción y sociabilización en la Red son, a veces, un tanto abrumadoras.

Identidad y saturación.

En su obra El yo saturado Kenneth Gergen, padre el construccionismo social, expone cómo las nuevas tecnologías, al permitir mantener relaciones, directas o indirectas, con un círculo de personas cada vez más amplio, nos llevan a un estado que él llama “saturación social”. Dicho estado repercute directamente, desde su punto de vista, en el modo en que conceptualizamos nuestro yo y nuestras pautas de vida social.

Como apunté con anterioridad, el postmodernismo ha abatido el concepto de esencia personal sin traer consigo un vocabulario nuevo para comprender esta situación emergente. “La saturación social nos proporciona una multiplicidad de lenguajes del yo incoherentes y desvinculados entre sí. Para cada cosa que sabemos con certeza sobre nosotros mismos, se levantan resonancias que dudan y hasta se burlan. Esta fragmentación de las concepciones del yo en consecuencia de la multiplicidad de relaciones también incoherentes y desconectadas, que nos impulsan en mil relaciones distintas, incitándonos a desempeñar una variedad tal de roles que el concepto mismo de ‘yo auténtico’, dotado de características reconocibles se esfuma. Y el yo plenamente saturado deja de ser un yo”

Me parece que la posición de Gergen corre el riesgo de interpretarse de modo alarmista. La multiplicidad “bajo control” no tiene por qué perjudicar la identidad de cada individuo. “Ya no somos uno (…) contenemos multitudes”, pero eso no esfuma un “yo auténtico” original que no es sino utópico y quimérico, pues desde mi punto de vista el yo se construye y reconstruye constantemente a lo largo de toda nuestra vida. El yo saturado sigue siendo un yo. Un yo dentro de muchos; muchos egos dentro de uno siempre cambiante y ávido de aprendizaje; una identidad que va siendo construida en torno al nuevo entramado de relaciones y prácticas que se experimentan en la actual revolución tecnológica. La interacción nos construye.

Esta revolución tecnológica que va construyendo una identidad tecnológica nueva, en donde se reemplazan e instauran nuevos códigos, nuevas formas de interpretar el conocimiento tecnológico, establece una manera distinta de construcción social de la realidad y de objetivar y legitimar las prácticas sociales actuales.

“Por obra de las tecnologías de este siglo, aumentan continuamente la cantidad y variedad de las relaciones que entablamos, la frecuencia potencial de nuestros contactos humanos, la intensidad expresada en dichas relaciones y su duración. Y cuando este aumento se torna extremo, llegamos a un estado de saturación social6” Ahora bien, este estado de saturación social es plausible, creíble e inminente. Diría casi que ya nos hallamos en él, y no estaría siendo yo, sin embargo, alarmista: esta saturación no es sino un producto del mundo globalizado, del constante intercambio de información, del tremendo desarrollo de una tecnología cuyo alcance se nos escapa en primera instancia. Pero esta saturación es también, a la vez, y sobre todo, un paso hacia la adaptación, un empujón y una motivación hacia el aprendizaje y la inmersión en la Cibercultura, una característica ineludible del sujeto tecnológico actual, de su identidad tecnológica.

Desde mi punto de vista el yo saturado no deja nunca de ser un yo. La saturación es una parte, una etapa, de su constante construcción y reconstrucción. La posible ruptura del yo unitario y del concepto de objetividad no son aspectos exactamente negativos o insalvables. Quisiera llamar entonces a la saturación “saturación positiva” o, cuanto menos, “estimulante”, pues estimula la creación de tal identidad tecnológica. Porque la era digital es una época de retos y superaciones. Un prudente uso de la Red es necesario, y hacia él nos dirigimos. Esta sociedad, inevitablemente, ha de verse advertida respecto al buen uso de las TIC. Ofrecer las herramientas necesarias es una tarea costosa que se está poniendo en marcha. Es por ello que me parece crucial la educación tecnológica.

Las posibilidades frente a la saturación son pues, fundamentalmente; interpretarla y apropiarse de la misma de modo que resulte un estimulo para la superación de aquellas dificultades surgidas durante la interacción a través de las nuevas tecnologías, así como buscar y difundir herramientas que propicien la alfabetización digital cuya difusión es cada vez más primordial, pues el desconocimiento de las nuevas tecnologías de la comunicación por parte de grandes sectores de la población es un hecho.

Todavía no hay una opinión unánime sobre cómo debería llamarse exactamente al proceso de acercamiento de los sujetos a las tecnologías de la información y el conocimiento: Alfabetización digital, informacional, computacional, tecnológica, electrónica, etc., son algunos de los términos que se barajan y cada autor introduce matices característicos para diferenciar unos de otros. Lo que está claro es que estar alfabetizado digitalmente es poseer la capacitación imprescindible para sobrevivir en la sociedad de la información y poder actuar críticamente sobre ella. Se trata de atender a los fines últimos de la educación como herramienta de transformación social.

Durante el siglo XX, el hombre ha logrado explorar su medio físico y su propia realidad como ser vivo. La ciencia y la tecnología han alcanzado un gran desarrollo. El trabajo en conjunto de distintos especialistas, en empresas, universidades y gobiernos, ha iniciado, cada vez más, ambiciosos proyectos, los que realizados con tecnologías de punta, aumentan la competitividad en los mercados. La ciencia se ha transformado en un instrumento de poder económico, incidiendo en los distintos ámbitos de la vida humana.

La vida intelectual en general ha sido de inmensa riqueza y al mismo tiempo ha atravesado numerosas crisis, siendo el reflejo de los vaivenes que experimentaba la sociedad. Durante el siglo XX se llegó también a una percepción de la importancia de la ciencia y de la técnica concibiéndolas como inseparables y como bienes preciados de la sociedad, realizándose, cada vez más, una investigación científica orientada al desarrollo de nuevas tecnologías.

En la medida que estos conocimientos se desarrollaban y perfeccionaban, la vida cotidiana los fue incorporando, produciéndose, con ello, cambios en la salud, la alimentación, las comunicaciones, etc.

Teniendo en consideración que los cambios se manifiestan en absolutamente todos los ámbitos de la vida humana, nos abocaremos solamente a aquellos más pertinentes al tema que nos ocupa: el de las comunicaciones, pues tuvo un desarrollo crucial en el siglo XX.

Por una parte, tenemos el transporte simbolizado en el automóvil, claro que siempre con antecedentes en el ferrocarril y el barco, que habían partido con la máquina a vapor creada en el siglo anterior. El siguiente hito en el desarrollo de los medios de transporte es el avión. Así, la posibilidad de volar permitió al ser humano alcanzar niveles de movilidad jamás antes experimentados.

Otro sector de adelantos es el de las comunicaciones, conocido como “comunicación social”, que comprende la comunicación de la palabra escrita y hablada, las noticias, las ideas y la información de todo tipo, y de las transacciones de finanzas y servicios. El progreso en este campo ha sido importantísimo y va desde la comunicación por cable, hasta la digitalización. Todos estos medios tienen sus antecedentes en el siglo XIX con el telégrafo y el teléfono.

Dentro de este último sector, no podemos dejar de mencionar la denominada “comunicación audiovisual”: la radio y la televisión. La primera, el medio de comunicación más difundido en la primera mitad del siglo XX, y la segunda, que se desarrolla luego de la Segunda Guerra Mundial y que continúa siendo hasta hoy un fenómeno social y tecnológico de vital importancia, como fue para el mundo ver las imágenes de la Guerra de Vietnam, con sus jóvenes soldados muriendo, generando inmediatamente en los Estados Unidos el movimiento de paz más importante de los años sesenta: los hippies. El establecimiento de satélites artificiales favorece las comunicaciones simultáneas en distintos lugares del planeta.

“El teléfono, la radio, la televisión tienden a integrarse ahora en la base más amplia aún de la informática o la computación, que sustenta el fenómeno de la digitalización de todo lo que son señales electrónicas para llevarlas al mundo de los procesadores de datos. Hoy en día no se conciben ya las comunicaciones sin el auxilio de la informática y el futuro de la comunicación es la digitalización de todo flujo de información”

Elementos tales como el avión, la energía nuclear y la televisión, han caracterizado la tecnología del siglo XX, pero es justamente la informática la que probablemente tendrá un rol decisivo en el futuro de la humanidad. La informática es el motor de una “tercera revolución tecnológica” que tiene importantes realizaciones en la segunda mitad del siglo XX, pero su mayor desarrollo se piensa que ocurrirá en el siglo XXI. De hecho, la informática en la actualidad crece a un ritmo prácticamente exponencial: su tecnología en corto tiempo queda obsoleta y debe ser reemplazada. El descubrimiento clave para permitir todo esto ha sido la utilización de la “fibra óptica” que, reemplazando al cable de cobre, permite la transmisión de señales a la velocidad de la luz.

En lo que se refiere a las tecnologías de la información, la microelectrónica, la informática y las telecomunicaciones conformaron un sistema de redes integradas a nivel mundial que han acercado lugares lejanos a una red de información nunca antes experimentada por el mundo.

La informática ha extendido su uso a través de sistemas de diseño y control de los procesos de información y ha dado solución a problemas que se presentaban en fábricas y oficinas, como el control de los stocks y de la producción, y en aeropuertos y estaciones de trenes, para controlar el tráfico. Por otra parte, ha ido cobrando gran importancia en muchos ámbitos de la vida, incluso en la vida cotidiana de las personas, especialmente, en su acceso a diferentes servicios e información a través del desarrollo de Internet.

Un aspecto que ha preocupado a muchos autores es el proceso que tiende a desplazar la participación humana de una serie de procesos productivos y de servicios: muchos de los trámites bancarios o de impuestos, por ejemplo, que antes se hacían de manera solamente personal, hoy en día se pueden hacer desde la casa o la oficina a través de la Web. Cada vez en más lugares del mundo los operadores ejecutan las órdenes impartidas por los sistemas informáticos de lugares lejanos. Por los costos humanos que esto ha significado, algunos teóricos que han reflexionado al respecto piensan que en el futuro se deberá decidir si se extiende el campo de aplicación de las operaciones automáticas o se rehabilita el papel de los operadores, basándose fundamentalmente en una elección que tome en consideración el futuro de las personas, ya que se puede prescindir de personal, pero se debe pensar en la posibilidad de ofrecer un trabajo alternativo a quienes han sido desplazados de sus puestos.

Como hemos visto, la verdadera revolución del siglo XX se ha dado en el ámbito de las tecnologías de la comunicación. Las fronteras casi han desaparecido, dando paso a lo que se ha llamado la “aldea global”, toda ella informada todo el tiempo de lo que a otros les pasa. Se vive casi simultáneamente una guerra, un ataque terrorista, un descubrimiento científico, etc.



Es aquella en la cual las tecnologías que facilitan la creación, distribución y manipulación de la información juegan un papel esencial en las actividades sociales, culturales y económicas. La noción de sociedad de la información ha sido inspirada por los programas de desarrollo de los países industrializados y el término ha tenido una connotación más bien política que teórica, pues a menudo se presenta como una aspiración estratégica que permitiría superar el estancamiento social. El término Sociedad de la Información comenzó a utilizarse en Japón durante los años sesenta, considerándose al autor Yoneji Masuda como divulgador del término, a partir de una obra publicada en 1968. Así, será el autor Manuel Castells quien, de un modo más descriptivo que crítico, examine los caracteres del nuevo paradigma para acuñar no ya la noción de de Sociedad de la Información, sino la de era informacional, con Internet como fundamento principal a este nuevo modo de organización social en esferas tan dispares como las relaciones interpersonales, las formas laborales o los modos de construir la identidad propia. Asimismo, la noción de "sociedad de la información" trae consigo una serie de disposiciones históricas que la emparentan con el cambio de mentalidad desde la arcaica a la moderna. En realidad, la sociedad de la información no existe más que en la imaginación de los utópicos tecnológicos, quienes también han soñado la alfabetización mediática como solución a los problemas del mundo. Con las cinco preguntas esenciales del Center For Media Literacy, el mundo podría cambiar. De igual modo, la sociedad de la información lleva inscrito el marchamo libertario de una sociedad más igualitaria y más justa.

La sociedad de la información es vista como la sucesora de la sociedad industrial. Relativamente similares serían los conceptos de sociedad post-industrial (Daniel Bell), posfordismo, sociedad postmoderna, sociedad del conocimiento, entre otros. Éste último concepto parecería estar emergiendo en detrimento de la sociedad de la información.




 
 
 

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